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barbacana

Los vinos.

Los vinos.

Ayer me comí un chuletón de ésos de espanto.

De los que no se salta un gitano (con petición de disculpas para ésa etnia que mira a ver que culpa tienen de que fuera tan grande).

Fue con mis queridísimos amigos Mabel y Timo y con mi inefable y nunca suficientemente valorada Flor.

Estaba resfriado y no tomé ésos vinos que a Timo le gusta pasarme por los ojos y los hocicos diciéndome al oidito ¡¡Ribera de Duero, Campeón!!, y lo que no llego a entender si lo de campeón lo díce por el cariño mutuo que nos regalamos o por ésos vinos y  que yo por si acaso le apostillo ¡joder, pues tienes razón!.

Y es que él es de la Ribera, del mismo centro de la zona donde se producen los mejores vinos del mundo, de donde también es el marido de Mª Jesús.

Saldrá alguno de los lectores con el consabido ¿Y tú te quedas callao, pasmón?.

Pues sí, tengo que reconocerlo, me quedo pasmao. Sin palabras, y mira que a mí para dejarme sin palabras hay que haber argumentado muy bien y ser tan sólido el planteamiento que elucubrar o tratar de justificar lo contrario sea perder el tiempo y de paso perder crédito por esto tan manido ahora de ¡entender de vinos!.

Porque es que ahora todos entendemos de vinos. Todos somos autodidactas catadores y algunos hasta medio enólogos avanzados que nos largamos el pegote hablando de taninos, sabores, fermentación,  esencias levitantes,  retro-gustos y eso sí que es un tremendo “gusto”, escuchar las payasadas que se nos ocurren al respecto.

Joder, el vino o está bueno…o malo ¡y punto!. Te gusta o no te gusta y no andar con mariconadas, cuando además si no es en casa, cada vez que vamos al restaurante escogemos con el ojo izquierdo (ése que parece que no observa nada)  el más barato de la lista y después querríamos que nos supiese como un reserva excelso de Vega Sicilia.

Hay que ser prudentes, catarlo eso sí con delectación pero sin hacernos los finos porque solo vamos a conseguir que eso sí, los someliers del local se vayan sonriendo y diciéndose al cruzarse con el camarero que trae los calamares ¡mira, ten cuidado que en la 7, tenemos a otro Custodio Gamarra!.

A mí me gusta casi todo.

Lo bebo eso sí, con mucha moderación pero soy muy tolerante a la hora de cuantificar la relación  calidad-precio que al fin es lo que importa.

Me gusta el Ribera, el Rioja, el de Toro, el canario,  el Penedés, el de León, el francés a poder ser Borgoña y hasta el Chianti italiano pero sobre todo el de la Cooperativa del pueblo y no solo por hacer patria (que sería casi suficiente motivo) y porque alguna uva es de nuestras cepas sino porque lo controla mi hermano y eso sí que para mí ¡es más que suficiente!.

    

PD.-  Ah, Mª Jesús la amiga que nos brotó con la primavera pero que  parece que con el verano se nos ha diluido en las marismas enrevesadas de Alcorcón y de la que recibimos las más sinceras y bonitas muestras de afecto y de simpatía el día que tuvimos la suerte de recibirla en casa de mis mentados amigos y como no, de saborear los estupendos pasteles que nos incorporó a aquella velada de risas, cafés  y reconocimientos de lugares y personas mutuas y que tanto nos han hecho soñar a Flor y a mí con futuros encuentros.

 

2 comentarios

Porfi -

Y el de ¡Cariñeeeeena!, Cosuenda, Alpartir, Almonacid y el de Calatayud no me vaya a salir alguien con agravios comparativos.

Pily E. -

Y el Cariñena, ¿no vale o que?.
Si te cogen mis amigos, MªJesús y Luis Mariano, que además de productores, son expertos catadores,ganadores de varios concursos,te van a poner las pilas.
Aquí, barriendo pa casa......