Blogia
barbacana

Ayer decidí que ya estaba bien de estar huyendo, que iba a ir en busca del maldito cocodrilo que se había merendado mi mano derecha, y ningún sitio mejor para empezar que las jornadas de castellología organizadas por Barbacana.

Metí el muñón en el bolsillo y con la acreditación falsa que había conseguido con el nombre de Almirante Nelson fui al mostrador de entrada para presentarme, la dama que me atendió (creó que me dijo que su nombre era Sagrario) me miró raro, quizá fue por mi acento no creo que fuera por mi nombre y con la bolsa confundido entre los congresistas me encaminé a buscar al cocodrilo primero por debajo de las vitrinas donde estaban expuestas las balas, pistolas, sables, bayonetas, monedas y libros luego miré por entre los castillos de cartulina y redacciones colgadas por la pared después tuve que esperar a que se levantarán las autoridades y el primer ponente, el cual con su exposición me hizo recordar al Francis Drake cuando hablo de la batalla de Trafalgar y una de las fotos de Napoleón me hizo recordarme a mi mismo pues como él no puedo sacar mi brazo del bolsillo, cuando se levantó y en un momento de descuido pude mirar por debajo de la mesa pero allí tampoco estaba. Ya casí había dedicido marcharme cuando vi un trozo de su cola que se dejaba ver debajo de la túnica de una de las damas que iban a cantar, me estremecí presintiendo la pelea que tanto tiempo llevaba buscando, pero claro no era el momento adecuado para avalanzarme sobre esta mujer y poder sacarle el cocodrilo de su túnica así pues tuve que esperar una media hora que a mí se me hizo una eternidad, cuando acabo la actuación fui detrás de ella y del grupo hasta los camerinos y espere en la puerta a que salieran todos pero el cocodrilo no estaba con ellos, entre en el camerino y había desaparecido la desesperanza lleno mi cuerpo lo había tenido tan cerca pero había escapado. Derrotado fui hacia la salida pero de pronto llego hasta mí el olor a vino del bueno, jamón, longaniza y chorizo y como estaba sin probar bocado desde el amanecer entre a llenar el estómago pensando en que quizá al día siguiente en la orilla del Jalón con la recreación del campamento militar podré encontrar al cocodrilo y comenzar la cacería.

0 comentarios