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La Constitución. (I)

La Constitución. Año 2012.  

Este año se podría haber conmemorado la aprobación de la Pepa, la Constitución de 1812. Salvo algunas referencias en la prensa, el aniversario ha pasado sin pena ni gloria. Pero es más importante todavía que se ha celebrado  el treinta y cuatro aniversario de la aprobación por el pueblo español en referéndum de la Constitución de 1978. La Ley de Leyes que marca nuestro desarrollo como pueblo, que se consiguió con el esfuerzo de un colectivo amplísimo de personas que vieron en ella la única forma de romper  (al final no se rompió demasiado) con un pasado negro y que una amplísima mayoría quería olvidar. Solamente este hecho es lo suficientemente importante para que el día seis de diciembre de cada año se convirtiera en una gran fiesta, porque fue el primer gran paso para la reconciliación del pueblo español.

La realidad es que este día se ha convertido en una fecha más en el calendario. Nuestros tristes políticos de más alto nivel se reúnen en esos salones impresionantes donde se alojan nuestras instituciones democráticas y dan algún discurso, algunos ni aún eso por el tema de la oportunidad, y otros aprovechan esta fecha para refrotar en la cara del gobierno de turno su desacuerdo en algo, más que  con su ausencia, con su no presencia.

Mientras tanto el pueblo aprovecha el puente, para esquiar el que puede, para hacer bricolaje, salir con la familia, no hacer nada o quejarse mucho, como el sector empresarial que echa pestes de este mes de diciembre que con la aparición de la fiesta de la Constitución añade un día más de regresión en la productividad y competitividad tan necesaria en estos momentos.

La Iglesia española, adalid del perdón, la comprensión, la tolerancia y la paz, no sé por qué extraña razón, no ha incorporado el Día de la Constitución como fiesta grande a considerar, ya que supone la reconciliación de un pueblo que estaba herido, dolido y mirándose por la espalda. Contando con que  un protagonista principal en este proceso como fue Monseñor  Enrique y  Tarancón. Este día los templos de las parroquias deberían llamar a Misa Mayor con volteo de campanas y la mayor de las alegrías ¿Habrá algo que no le gusta de la Constitución a esta, digamos al menos, complicada Iglesia?

El día seis de diciembre, debía de ser la festividad más grande en todo el Estado Español, debería ser la que nos hiciera sentirnos orgullosos de formar parte de este pueblo tan diverso y rico. Debería de ser el día que nos permitiera tomar conciencia de que La Constitución de 1978 marca un antes y un después  en una historia marcada por periodos oscuros y guerras.

Transmitir esa imagen a las generaciones que van viniendo, es nuestra obligación. Así  tomarán conciencia de que lo conseguido con las leyes que dimanan de esta Constitución no han sido un camino sencillo y que en ellas se cimienta la convivencia en paz más larga de nuestra historia.

La Constitución se debería convertir en un texto de obligada lectura en los centros escolares y en este día se deberían abrir las puertas de todos los Ayuntamientos y realizar actividades culturales y lúdico-festivas relacionadas con ella para festejar el gran triunfo del dialogo sobre la violencia.

No sé si somos conscientes de la aportación de nuestra Ley de Leyes a la vida de los ciudadanos de este país. Primero fue eso, la consideración de ciudadanos y después todo lo demás. Entre estos logros está haber conseguido  que la educación y la sanidad fueran universales, algo que parece olvidarse pero que ha permitido al pueblo español desarrollarse en un marco de dignidad y que ha contribuido a situar a nuestro país entre los más avanzados del mundo y todo ello en un marco de igualdad de derechos y obligaciones para todos. No hace falta enumerar que los logros han sido mucho mayores, pero si reconocer la importancia que La Constitución ha tenido en cuanto al reconocimiento de los derechos de la mujer.

Los últimos años La Constitución está siendo un tanto asediada por intereses de uno u otro signo. La Constitución es fruto de un gran consenso y responsabilidad. En estos momentos los ciudadanos estamos legitimados para decir  a los políticos actuales que ellos no están siendo capaces de obtener ese consenso y que tampoco están demostrando la responsabilidad necesaria para modificar la Carta Magna.  Es necesario que hagan un ejercicio de reflexión y de responsabilidad para que se den cuenta a donde nos llevan por este camino.

 

2 comentarios

Vecino 2 -

Se puede decír más alto pero no más claro.
Así fué y así esta siendo lamentablemente y el pueblo callado.

Vecino -

Bien dicho Fernando, es un gran logro para los españoles, después de tantas penalidades vividas. ¡Viva La Pepa!