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barbacana

La última caza.

Otros cazaban los gorriones con pequeños cepos de alambre.
Tapados con tierra, con un gordo hormigón vivo trabado en el pequeño 8 basculante, era un cebo infalible.
Eso sí, a la sombra, en aquel tórrido verano.
Yo, cazaba con escopeta de perdigón.
Éra de muelle, y la presión todos los veranos me la alargaba el Sr. Celso en su pequeño taller en la Cuesta del Salillero.
Veo el perdigón cuando sale por el caño,¡tiene menos fuerza que el pedo una monja!.
¡Niño, que éso no se díce!.
Bueno, o como el de un maricón.
Tíra, calla, anda, mañana me cuentas que tengo 18 azadones que afilar.

Los tres niños tirados cuerpo a tierra en el parapeto del ribazo de la acequia, por debajo de donde están haciendo la Cooperativa del vino.
Al otro lado el nido.
Situado en un camuflaje natural en una intersección de ramas de un pequeño arbusto florido.
Lo tenemos controlado desde hace unos días.
La pequeña cardelina entra y sale llevando insectos a sus crías que pían insistentemente reclamando su turno.
¡Está en la mira de la escopeta!. De espaldas, confiada, entera para mi visión, fácil, sin moverse apenas.
El dedo apretando sensible el gatillo tiene un ligero temblor. Pero ¡a mí nunca me ha temblado!.
¿Y después qué?. Ir a buscarla y levantarla como un gran ¿trofeo?.
¿Y a las crias, quien les traerá los pequeños insectos?. Nadie, seguro.
Moriran solas y abandonadas piando lastimosas..

¿Y quien soy yo para decidir sobre el resto de la vida de ésos pequeños pajarillos?.
¡Se te va a escapar!. ¡Dale pronto!.
Me levanté resuelto, con la decisión tomada.
¡Jamás mataría a otro animal por pequeño que fuese!.
¡Jamás sería el verdugo cruel de un ser indefenso!.
Al verme de pie la cardelina levantó el vuelo asustada o quizá solo sorprendida, sin saber que aquellos jóvenes que se marchaban camino abajo habían trazado un nuevo rumbo a sus vidas.

Llegué a casa y subí al granero.
Colgué la escopeta en la escarpia de las longanizas y jamás la descolgué.
Eso sí, ahí empezé a filosofar:
"Habia perdido una ocasión maravillosa de convertírme en un auténtico gusano".

Porfi.

Para Pili, Cristina, Mo Jose, Mª Jesús, en fín para todos lo amigos que todavía no estaban con nosotros.  

1 comentario

Pily E: -

Si todos hicieramos caso,a lo que nos dicta el corazón,todo iría mucho mejor.
Es mucho mas valiente,para un niño,dejar vivir a un animal,que matarlo,y precisamente ahi está la valentía,porque desde la forma de pensar de un niño,puedes pasar de ser un héroe,a ser un cobarde.
!!Y hay,tantos adultos,que malinterpretan la valentía y las buenas acciones!!