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barbacana

La vida, en fin.......

La vida, en fin.......

Siempre he pensado que los comentarios adornan los escritos.

Que ponen luz sobre lo que ha intentado transmitir el oferente.

Son los que te dicen si se ha leído,  si ha gustado… si no, si ha sido entendido… si no,  si llega al fondo de los sentimientos … o si se queda solo en el umbral..

Los comentarios son la sal de los escritos.

Sin ellos un escrito pierde parte de su valor, porque no sabes lo que al respecto piensan los demás.

Si no fuera así, uno recordaría, meditaría, estructuraría, escribiría y se guardaría las historias para sí mismo, en un cajón de la mesilla.

Yo, siempre comento a todos los escritos de las personas que conozco y que me agradan.

Casi siempre, o mejor ¡siempre!, animando y procurando que no se quede ahí, sino que sea un motivo más para que siga haciéndolo.

Hay comentarios tan agradables que te sonríes porque sabes que están hechos más con el corazón que con el cerebro…¡eres genial!,  y hay otros que también te sonríes porque ves que van directos a que sigas escribiendo ¡no lo abandonéis…! porque les gusta lo que cuentas.

Y hay los que no se exponen, y ésos son los frustrantes.

Porque se obvia el interés puesto por llegar al corazón fijado, como si fuera el punto central de una mira telescópica.

Sí, ¡un disparo directo al corazón de los amigos!. 

¿O sería entendible la ausencia de la caricia de la mano de la madre en la cara de su hijo cuando le ha dicho, mirándole a los ojos….. que le quiere?.....

Quizá es que yo no he cumplido todavía  los 8 años….

A mí, no me hacen falta los aplausos para nada. Pero… me alegran tanto las muestras de afecto.

A mí me hace falta saber que no escribo sólo para que se lo lleve fríamente la primera voladica del otoño.

A mí, amigos, me es imprescindible la correspondencia en el cariño, porque sino, éste no existe de verdad.

  

Cuando cuentas algo, parece que dieses a luz una lágrima interior.

Segurísimo que no es ni la millonésima parte de lo que significa un parto ¡eso desde luego!.

Porque dicen que ésa, es la sensación más dulce posible.

 

Pero, muchos años después de vividas las historias que  cuento, me suelo despertar bañado en sudor, con una fiebre helada castigándome los recuerdos y un fulgor de hastío abriéndose camino entre los viejos huecos de mi anatomía y mi memoria.

Detrás de mí se agita amenazante una sombra maléfica y siento una angustia de fracaso por todo lo que aún,  me queda por torear.

Por delante se atisba un portón negro como pozo sin fondo, tenebroso  como el misterio, e incierto como una confrontación con el maligno.

Es entonces cuando decido enfundarme el terno en nostalgia y azul de mis ojos metálicos y mi capote torero de plata y dirigir una mirada furtiva al pasado intenso, al baño tibio de los recuerdos de calles y escuela, al rumor de colmena que suele habitar en el fondo del alma y tiñe en ocasiones la memoria de añil, las leyendas familiares en olor a fritanga y la educación sentimental en sones de verbena, misas de nueve y miércoles de ceniza.

La tarde, loca de higueras por influencia de los poetas andaluces, se viene y deviene como si en cualquier momento fuese a salir el quinto de la tarde, con sus rizos asesinos, su llanto embozado y sus puñales negros de siglos de pelea .

Es entonces, también, cuando comienzo a mirar los capítulos ya expuestos como preparación para la posteridad que me acecha, cuando comienzo a redactar, como a descuido, una introducción para la muerte, que en el fondo es lo único que se acierta a escribir a poca lucidez creativa que pretenda sobrevivir a la fragilidad de los instintos.

La palabra,  o todas  las palabras, surgiendo impertérritas de un cofre dorado para ordenarse según las circunstancias de la anécdota o la inapelable imposición del azar.

Porque solo esa vestimenta moral podría permitirme una mirada nítida y tierna, capaz de contemplar el flujo de imágenes con el afecto de quien las ha vivido hace un rato,  o las lleva viviendo desde el origen y se sabe impotente para vivirlas de otra manera que no fuese aquella.

Como si la vida fuera teatro, la muerte entreacto y la conciencia un telón de fondo que avisa sobre el inicio de la acción a ritmo de endecasílabos, a brotes de inocencia y a impulsos de un temblor medio escondido que nace en el papo, restalla en el corazón y acaba impregnando el cerebro de fatalidad y misticismo.

El enésimo viaje se anuncia así como antesala del último, y el transcurrir del argumento se adivina cadencia de amoríos infantiles, luz de milagros, soledad imprecisa que se hace sitio a codazos, a gritos, entre el discurrir lento y silencioso del río, del  recién estrenado otoño y el titilar desenfadado de las luciérnagas enamoradas.

 

La vida, en fin, ……. o qué sé yo.   

10 comentarios

Anónimo -


...

Porfi -

Joder, y yo sin dedicar la Partida.
Bueno, nunca es tarde.

A Avelina por ésa clase que le brota del alma blanca.
A Pili, por ser simplemente lo mejor de la tierra.
A Casimiro, por amigo nuevo generador de sueños fraternales.
A Cristina, por su cariño, por sus palabras preciosas, por su padre....
Hasta a Santiago y al Anónimo, en la confianza de que un día nadie sea anónimo de nadie.

Cristina -

Tu relato me ha gustado, como todos los que escribes, aunque me ha dejado un poquín helada como dice Avelina, ya que es más triste de los que habitualmente nos escribes, no será que el otoño te pone un poco tristón?, pues desde aquí un besico muy grande! .
Por aquí parece que ya llega el otoño de verdad, no sabes como sopla el cierzo!

Pily E. -

Mi agradecimiento, y mi reconocimiento, para el maestro de los maestros.
Hoy no te quejarás , guapín.
Besicos.

Porfi -

Un abrazo, amigo mío.
Solo un abrazo... de los míos.

Casimiro -

Holas Porfi:
Yo si te leo, os leo, leo...Siempre es gratificante leer y ante todo; leyendo aprendemos, apreciamos, nos sensibilizamos con las historias y la vida.

No solo nos vemos en ocasiones, reflejados en las historias que nos cuentan quienes escriben; sinó que revivimos historias, sueños, aventuras, viajes vividos o soñados.

Hace unos dias, te decia que no era importante si no habia comentarios a un escrito ya que, el primero que se siente gratificado es el propio escritor. Aunque siempre es mas gratificante; compartir con los demás.

Ello, era debido a que en ocasiones, nos podemos sentir frustrados al pensar que, no habiendo comentarios a un relato nuestro, éste no ha sido debidamente apreciado.
Seguramente, y en muchas ocasiones, esperamos que nuestro relato, escrito o historia; debería tener mayor repercusión y sin embargo, parece como si hubiera caido en un pozo profundo.

No es asi, o así lo creo yo. Ocurre que, probablemente, muchas personas, no tengan la disponibilidad de tiempo suficiente o la facilidad de expresión, tambien suficiente, o las ganas, tambien suficientes...para expresar lo que el escrito les ha podido sugerir.

!Petra, la dulce Petra,Jerash, Aqqaba, Amman, Lorence de Arabia, el Mar Muerto..... ¿ Ves, solamente con la foto y no haciendo referencia a ella, me has hecho revivir recuerdos de un pais, de unas gentes, que tenia algo olvidados en mi memoria.

Sigue, sigue y sigue...escribiendo, contandonos historias, aventuras, relatos y haznos sentir cerca de tus vivencias y cerca de ti. Y, principalmente; siente tu mismo; tu propia y profunda satisfacción al saberte leido, apreciado y comentado.

Jo...y eso que no quiero ocupar demasiado espacio.
Un abrazo

Porfi -

Sé que hay más ¡desde luego!.
Pero contigo... me bastaría.
¡Corazón!.

Avelina -


Las preciosas ruinas de Petra con las que ilustras este escrito, imagino
que no te lo inspiraron, pero….
con esos recuerdos y la “primera voladica del otoño”, nos dejas con el corazón
encogido, de pronto surge ese aire otoñal que te alborota el alma y refresca
los sentidos, ¡no bajes la guardia amigo!, somos muchos los que escuchamos
al otro lado.

Porfi -

Pues es una lástima.
Que me conozcas y yo no tenga el placer de conocerte.
No obstante ahí va mi mail:
porfirio@auna.com
Es bien facilito, te lo quedas, por si me pudieses necesitar...

Anónimo -

Hola Porfi:
Te conozco muy poco pero tú no me conoces a mí.Viví en Calatorao unos años en los años 70. No me identifico porque tampoco creo que sea necesario en mi caso.
Sólo comentarte que os leo siempre que tengo tiempo.
Sigue escribiendo porque lo haces muy bien y además cuentas anécdotas tiernas unas, graciosas otras...
A mí por si te sirve de algo me gusta leerte.
Os animo a todos a que convirtais el blog en un lugar de encuentro.
Para desencuentros ya está la vida y la política,
Un saludo