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La Partida (2ª parte).

La de la derecha es Dª Elvira, viene todas las noches es importadora de mariscos gallegos y por eso la llaman La Ostra. ¿La Hostia?.... La Os tra ¡cóño!  que yo pronuncio bien, aunque sea nalfabeta.Ah, bueno, perdona. Aquel, el de enfrente, el flaco es un ex policía con una mala leche que te cagas.

El gordo del traje, el del bigotón engominado es D. Ramón director de una sucursal de un banco de Rumasa, medio maricón pa más señas.

Y el otro es mi novio, se llama Miguelito, lleva unos cuernos de siete puntas como los ciervos montañeros …. y es de Jaén.

¿Quiere saber algo más el caballero?.

Pues no, bueno sí… ¿porqué le pusieron al bar Las Dos Mariposas?, porque me suena a mariconeo camuflado.

Pues no, mira por donde lo pusieron por mí y por mi tía Angelines, que seguro te atendió en la barra de arriba.

Hombre por ti, lo de Mariposa hasta insuficiente, pero, por tu tía más preciso me sonaría la Mariposa y la Culeca.

Hombre ¡pues no lo había pensado!, pero como te oiga mi tío que es el camarero te veo salir de aquí….en los sobacos de los ciegos.

Al momento de servirme el segundo Kas, se levantó Miguelito que había quedado más desplumao que un gallo de pelea después del décimo asalto.

A ver ¿te vas a sentar o no?...

Me coloqué en el sitio libre. Saque las 30000 del bolsillo, les quité la goma y las deposité encima de mi parte de mesa como si fuera una parte ínfima de lo que llevaba, como tirándolas con desdén, sin darles importancia.

Sentí en el roce caliente de la madera de la silla que, o bien Miguelito se había estado aguantando un pedo tremendo o el temor era tan grande que no le debía caber un palillo por el culo.

¿Y éste joven tan guapo (para acercar y fijar posiciones) de donde es?..

Señora, soy de Calatorao.

Bonito pueblo. Precioso y milagrero su Santocristo,  estupendas manzanas y muy buen vino que se hace allí.

¿Lo conoce?... dije como si lo del taxista me hubiese limado la confianza en que el pueblo, siquiera, existiese

 Hombre, yo empecé en el mercado Central de Zaragoza. Fletaban un tres especial todos los 14 de Septiembre y muchos años fui a rezarle a tu Cristo para que se largara mi marido.

Después, ya sabes, la capital tira y para aquí que me vine….

El ex policía manifestó su sumisión a la Sra. cuando le dijo bajito “Bueno Dª Elvira, seguimos o no, ¡que estoy de servicio!.

De servicio. Tú no has servido en tu puta vida más que a tus intereses ¡subnormal!.

Ella cogió el mazo de cartas y empezó a barajar con una sola mano en una cadencia tal que mis ojos no podían seguir el movimiento de los cinco dedos ensortijados.

¡Corta!, le dijo al director bancario que sudaba como si viniese de acarrear un camión de sacos de harina panadera.

Cortó, dejó el fleje al ladito y ella los juntó, y con una habilidad de tahura comenzó a repartir.

 

Las jugadas se sucedieron con milimétrica  precisión y a mí por una serie de apuestas de regular fortuna me iba mermando un poco, en golpes de arriba-abajo como una ascensor loco la cantidad, como decimos vulgarmente en Aragón “como el agua en una cesta”.

El ex policía hacía rato que se había abierto, pelado y cabreado como un ruche que no encuentra la teta.

Me quedaban 27 cuando la Sra. Elvira anunció: “Última mano, que mañana hay que madrugar” quizá obviando que eran ya las 5 de la mañana.

A 2000 mil de postura, a un descarte y si te he visto no me acuerdo…

Pusimos las 2000 que hacían 6000.

Repartió y miró sus cartas como una lechuza que ha ubicado a su pieza despistada.

¡10000!... para empezar a hablar.

El sudoroso Director colocó las 10000 como pensándoselo, como evaluando el riesgo aunque sabiendo que era la última oportunidad de resarcirse de sus pérdidas.

Yo, también.

En el descarte, los tres nos quedamos con tres.

Joder, todos con trío o con proyecto de escalera de color…..

Al recoger las cartas uní a mi trío de seises una pareja de sotas ¡full!.

Habló Dª Elvira como con arrogancia como diciéndonos ¡venga todos a dormir!, a la camita ¡que va siendo hora!, adiós amigos…hasta mañana público entregado.

El que quiera verlas, a ver y miró las 15000 que me quedaban… ¡15000 más!.

El Director se levantó como si le hubiesen puesto un muelle de colchón gigante en el culo. No dijo ni adiós al depositar con gesto contenido sus cartas encima de la pequeña torreta de reparto.

Entonces nos quedamos los dos mirándonos a los ojos como hacen los enamorados. Bueno, o los enemigos.

Sus ojos acuosos y profundos con un brillo que no denotaban ni la edad ni los nervios, parecían penetrar en los míos como una excavadora, como un principio de agujero o de topera que quisiera llegar por corredizos ocultos al fondo de mi cerebro.

Le mantuve la mirada ésos 30 segundos que marcan la inflexión de la derrota o la victoria, donde se deciden las situaciones que te harán devolverles doble a tus amigos o simplemente explicar la jugada e intentar que comprendan que ibas bien, pero que no fue posible, que me ganó una gata arañada por cien tempestades, con cicatrices en el alma como para trazar carreteras de montaña, con una experiencia que sobresalía por encima de mis posibilidades, como si ganándome también afianzase su reinado y su poderío.

Quééé, vas o no, que nos van a dar las tantas.

Volví a mirarla. Volví a penetrar, ahora yo, en su mirada. Volvía a estrujarme el cerebro para discernir si no sería mejor irme con mis  15000  pesetas y mandar al garete aquella situación que me desbordaba.

Pero alargué la mano con los billetes y los puse con cuidadito encima de los suyos.

¡¡¡66000!!!  pesetas. Una fortuna. Doblados para todos socios y las 6000 restantes para mí, que para eso he hecho yo el canelo.

¿Y si pierdo?... pues a explicarlo, porque todos me están esperando en la pensión como agua de mayo.

Abrí  mis  cartas encima de la mesa con aquel full que cada vez me parecía más inconsistente.

Se quedó mirando la jugada como diciéndome ¿con eso me has aceptado?...

Hombre pues yo creía que era una buena jugada. Al full ¿Quién le gana?..la escalera real de color ( o Flor Imperial), la escalera de color y el Póker….. joder, ¡no es tan poca jugada un full!.

No enseñó las cartas. Me sonrió con aquella boca grande que perdió en un segundo la ternura y depositó las cartas encima del montón, boca abajo.

Me has ganado.

 

En mi cabeza comenzaron los fuegos artificiales, las tracas finales de todas las fiestas Patronales de la ribera desde Medinaceli a Alagón, todos los chupinazos de días de víspera, todas las campanadas a gloria de todos bautizos, todos….

Cuando había terminado de enrollar los billetes con la goma que tenía guardadita a modo de pulsera junto al reloj, me cogió la mano con la suya anillada por docenas de kilates de brillantes y me dijo:  ¡Quiero volver a verte por aquí!., ¡quiero ganarte otro día para no ser motivo de chiste más que hoy!, ¡quiero que me digas porqué has aceptado!, ¡como coño, descubriste mi chamba!.

No la miré a los ojos, ni le dije que ya no me vería en la vida,  sonreí mirando al dinero y sabiendo lo que suponía para mí en aquellos momentos de búsquedas existenciales,  y le dije bajito, casi al oído,  solo para los dos:

Señora, los animales detectamos el miedo. Sólo hay que profundizar, ir un poco más lejos de donde te llevan los ojos, que sean los sentimientos los que valoran y los que deciden.

 

Se levantó, la ayudaron a subir aquella horrible escalera y salí tras ella.

En al puerta la esperaba un Mercedes enorme con un chofer con pinta de rudo pescador que se afanó en abrirle la puerta y ayudarle a sentarse.

Maño, ¿te llevamos a algún lado?....

No, señora, ¡tengo taxi esperando!.

 

Había dejado de llover.

Sebastián dormía como duermen los que trabajan todo el día, aprovechando ése minuto que te depara una espera o un descuido del jefe.

Le toqué la ventanilla y pareció salir de una pesadilla de trasgos y elfos, pero me parece que ésos todavía no se habían hecho famosos.

Me repantigué en los asientos de atrás como un ganador, como un señor ¡total por un día bueno!,  habría que disfrutarlo.

Me preguntó que como me había ido y no le contesté. Los campeones no hablamos por hablar, no damos bola porque sí, pensamos lo que hacemos.

Cuando llegamos a Quevedo me apeé y me acerqué a la ventanilla.

Bueno, si llama tu patrona otra vez, aquí estaré esperándote ¿eh?.

Entonces le puse dos billetes de 100 pesetas en la mano, que recogió con la velocidad de las estampidas de ganado, se bajó del taxi y me dio un abrazo.

Joder, es que nadie me da nunca propina, claro ¡como todos pierden!.

Subí caminando hacia la calle Galileo, donde no había ni un alma. En una mano llevaba el paquetito y en la otra, abierta, la navaja ¡por si los trasgos!, y desde luego, contoneándome como Marlonbrando o ..¿era como Jamesdín?….

Que más da, iba feliz de que al día siguiente me marchaba, de que iba a dar una alegría a los que habían confiado en mí, en fin, de lo que digo siempre……

……de que me sentía vivo…. y fuerte.

   

9 comentarios

Pily E. -

!! Que lo cuente, que lo cuente !!

Fernando -

Porfi, ¿no serías tu el tahur del Misisipi?. También le podias contar a la concurrencia las extraordinarias duchas que os dabais tras los partidos de futbol, que no las partidas en el Romeral, alguno a lo mejor alucina.

Porfi -

Un abrazo a Casimiro, aunque diciéndole que aquel día me marchaba a las 8 de la mañana a Lanzarote y concluyó la Partida, pero que hay muchas más que irán fluyendo... como las aguas calmas de nuestro río.

A Jesús, qué le puedo decir a mi amigo Jesús.
Pues que tú si me haces sentirme bien al decirme que los lees, que te pueden, en un momento transportar a unos lugares y a una época en la que fuí muy feliz.
Pero, no mucho más que ahora ¡también es verdad!, sobretodo sabiendo que por ahí, por mi tierra de nacimiento, donde crecí y corrí y jugué como un loco, dnde recibí las clases de ética y sociabilidad más rotundas, ahí emergiendo del afecto y la consideración de todos sigue nuestra raza haciendo de las suyas y lanzando al mundo, personas ...¡como tú!.

Casimiro -

Porfi: Sigue, sigue...con la 3ª parte.
Un buen jugador, enseña sus cartas, siempre al final.

Habrá que ver ése tránsito hasta nuestros dias.
Un abrazo

Jesús Serrano -

Me has tenido en suspense un buen rato. No me quiero imaginar la cara que tenía frente al monitor. Te superas cada vez. Un abrazo.

Porfi -

Un beso Cristina, corazón.
Que se me cruzó con la respuesta a Pili.
Bastante más del Torrente (y no del Ballester, precisamente) que del Dictraci, ¡desde luego!.

Porfi -

Contigo tendría más cuidado ¡desde luego!.
Contigo, y por estar a tu ladito.. lo mismo no me importaba perder ésa y 1000 partidas más.

Cristina -

Me imagino la escena, estilo Dick Tracy pero con pinceladas de Torrente (por lo del KAS).
Buenísimo como siempre.
Besicos!!

Pily E. -

Muy buena.
A esos les ganaste, porque Doña Elvira, era una mujer fácil (coges el juego de palabras ), pero a mi al mus !!nunca !!. Que yo soy, muuuyyy difícil.
Mas abrazos.