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barbacana

Los árboles, espejo del alma de un poeta,

Cristina te pongo la poesía que no recordabas.

Y también para Reyes, porque habla de su tierra.

Un beso para las dos.

 

Los árboles,
espejo del alma de un poeta


¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, obscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río.


He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
¡Oh, sí! Conmigo vais, campos de Soria,
alamedas del río, verde sueño
de la ciudad decrépita.
Me habéis llegado al alma,
¿o acaso estabais en el fondo de ella?


De los parques las olmedas
son las buenas arboledas
que nos han visto jugar,
cuando eran nuestros cabellos
rubios y, con nieve en ellos,
nos han de ver meditar


Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta.
Olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


Y pienso: Primavera, como un escalofrío
irá a cruzar el alto solar del romancero,
ya verdearán de chopos las márgenes del río.
¿Dará sus verdes hojas el olmo aquel del Duero?.
En la desesperanza y en la melancolía
de tu recuerdo. Soria, mi corazón se abreva.
Tierra del alma, toda, hacia la tierra mía,
por los floridos valles, mi corazón te lleva.


Palacio, buen amigo.
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos?. En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?


Allá, en las tierras alta
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños..
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos
voy caminando solo
triste, cansado, pensativo y viejo.

7 comentarios

Cristina -

Muchas gracias a los dos!
porque yo también me adueño de tu poesía Porfi!
No estais un poco nostálgicos con la primavera y tal, ya sabéis que yo soy una amante del blanco invierno!

Porfi -

Reyes, corazón, ése es un piropo totalmente inmerecido.
Aunque es verdad que cuando piensas en la maravillosa persona a la que quieres rendir tu cariño, sólo tienes que dejarte llevar, porque las palabras salen solas, a borbotones fresquitos de aguas cristalinas del Ojuelo.

Reyes -

Pili muy bonita,Machado y Gerardo Diego eran amantes de los paisajes Sorianos y se enamoraron con el Duero.
Desde San Santurio el paisaje es precioso en todas las estaciones.
Porfi, vaya alma de poeta quién pudiera tener esa facilidad para escribir.
Un beso.

Porfi -

¡Bonita, tú!... corazón.

Pily E. -

! Que bonita , Porfi !
Ni Machados, ni Malinowskis, ni Lorcas, al tu lado, no tienen color.
Muchas gracias.

Porfi -

Pues ésta es mía....
bueno, ahora es tuya.


PARA MI AMIGA DEL ALMA.

Como una sombra tenue
que engalana de perfume la ribera,
llega hasta mis oídos su cadencia
que anuncia dulcemente la presencia...
¡de la recién nacida primavera!.

¿Primavera?...
¿Primavera en otoño tan festivo
que adorna de rojos imposibles
los chopos y los olmos, esperando
que vuelen sus hojas, silenciosas,
en pasos de baile irrepetibles?.

Es otoño y todo canta,
como si confundido hubiera
las paletas de colores del estío
(en un salto dulce hacia el olor)...
¡de la recién pasada primavera!.

Pily E. -

Se me ha olvidado añadir, que es de Machado.
Mil perdones.