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Repetición 8

Nos habíamos quedado en la confluencia de la calle El Espino con la Avenida de Monares, frente a la huerta de Epigmenio Bernal y junto  a las viejas escuelas de Calatoradico. No hace mucho se cerró un despacho de pan del horno de Manuel Benítez y la Beni. Este horno se situaba en la casa que fue de “los fotruqueros”, una familia que durante muchos años se dedicó a la poda de los olivos y que después se reconvirtieron  a los árboles frutales, quizás  fue el señor Eustaquio el más representativo, durante mas de cincuenta años de su vida pasó  los inviernos con las tijeras en la mano. No me resisto a contar, en la confianza de muchos años de compañía en el trabajo y un poco como homenaje y recordatorio,  un dicho que repetía referido a su abuelo y que ponía de manifiesto la dificultad que atravesaban las familias en los finales del siglo XIX para salir adelante; decía así “El tío Vicente Bartolo, tiene 300 oficios y entre todos chilla de hambre, es cestero, colmenero y remoldador de olivos en la tierra de los ciegos”.

La sabiduría popular ha tenido en Calatoradico personajes ilustres, el señor Casto Pérez dejó muestra de su saber en los programas de las fiestas, cantaba, escribía recitaba y de ello realizaron un gran trabajo recopilatorio nuestros amigos de Barbacana.

Después de este inciso, llegamos a las escaleras de Calatoradico que suben al Barrio Alto, yo no recuerdo, pero  se de  oídas que un vecino de esa zona vendía caramelos, así como también  residía un buen cantador y mejor bailador, Pascual Aranda, “El piquito”.

Llegando ya al punto de partida de este recorrido, no podemos olvidar a uno de los personajes mas queridos de Calatorao, José Mª Cobos Clariana, haber nacido con el síndrome de Down  no le impidió  en ningún momento poder relacionarse con todos los vecinos, su presencia siempre respetuosa en los actos familiares tristes y alegres, su colaboración en la parroquia. Su  figura animando siempre  al equipo de su pueblo  como forofo número uno le sirvió para que el campo de fútbol lleve ahora su nombre.

En esa misma calle El Espino, tuvo abierta hasta su jubilación una tienda de alimentación Antonio Aguarón que gestionó junto a su mujer y después durante muy poco tiempo fue Pescadería Begoña.

Llegando al final de la calle en la confluencia con Ramón y Cajal encontramos un apunte importante, el Bar Avenida, abierto en los años sesenta y como el otro establecimiento hostelero, conocido por el mote de su dueño el Bar del Topo. En la actualidad y en el mismo emplazamiento en manos de su hijo José Luis. Este emplazamiento, esconde una parte de la historia de este pueblo y de sus disputas entre Calatoradico y “el pueblo”. En tiempo fue una era, solar o solanar donde las personas mayores tomaban el sol y los niños jugaban, los jóvenes tiraban a la barra y a la vez se convertía en frontera. Era el rió Rubicón que los festejadores debían atravesar para cortejar a las guapas mozas del lugar y que en un sentido autonomista los lugareños defendían a pedradas o con la amenaza de ser capuzados en el Espino.

La calle Ramón y Cajal desde este punto, es un largo camino que a su izquierda tenía algunos grupos de viviendas y muchas “eras de trilla” que poco a poco y por el crecimiento de la población se fueron convirtiendo en barriadas de casas. Las más conocidas fueron y lo siguen siendo, a pesar de sus  cambios “la era Rijola” y “la era Fondón”. Esta última de especial recuerdo para muchos, fue centro de juegos, de partidos de fútbol, de concentraciones multitudinarias, centro de historias y muchas cosas que contar. ¡¡¡Que no podrán decir de ese lugar Carmina y Mari Cruz Fondón, Mª Carmen, Porfi (que limitaba por abajo), Manolo!!!. Fue en la subida de la calle Ramón y Cajal donde nuestra amiga Mª Cruz tubo una tienda, como no, también de alimentación. Fue después Abilia Colas quién continuo con el negocio hasta su cierre. Un poco mas arriba estaba la era de “supiternos” lugar de entrenamiento de los lazadores de barra. Esta familia  también se dedicó al oficio de aguador, pero su actividad mas representativa ha sido el deporte tradicional, Daniel Poza estuvo llamado a arrebatar  a Manuel Bazan el titulo de Campeón de Aragón de Tito de barra aragonesa, fue una época interesantísima, se cruzaron apuestas, en los entrenamientos Daniel sobrepasaba con creces a su rival, pero no se sabe por que aquello se convirtió en un fiasco y Manuel Bazan mantuvo su record (15,58m) hasta que  nuestro gran campeón Félix Serrano lo pulverizó varias veces. Otros miembros de la saga de “los supiternos”, Aquilino y Antonio han sido destacados Tiradores de Bola, llegando a disputar los campeonatos de Aragón ganando algunos.

En esa zona se sucedían las eras, las parideras, casas que recibían el nombre de sus moradores, “de los pollos”, las modernas casas de Rosel construidas sobre la  era del mismo nombre (barrio San José) y saliendo ya de Calatoradico una de las obras sociales mas importantes que se han producido en este pueblo el Barrio Jesús, construido en los años sesenta sirvió para que las familias mas humildes de Calatorao abandonaran una situación de desamparo.

Ya al final de la calle y fuera del casco urbano, quedan restos del antiguo “tejar”, una fábrica de tejas que ha dejado su mote en la última familia que lo adminsitro Daniel y Angelines “del tejar”.

Coronando esta magnifica parte del pueblo, se sitúa “el calvario” enorme mole de piedra que en tiempos tuvo abierta   una cantera y que soporta la ermita y el depósito de agua. Su aspecto actual invita a una actuación que bien pudiera ser el museo de la piedra y el frente el lugar más adecuado para que los artistas escultores  realizaran un trabajo representativo.

Se podría escribir mucho mas, pero con lo dicho me reafirmo en mi comentario  en otros relatos anteriores, Calatoradico es un modelo de  antropología social y su aportación a Calatorao en todos sus aspectos es digna de elogio.

 

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