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barbacana

El 2º piropo.

Ayer me echaron el 2º piropo de mi vida.

El primero, ya recordareis, lo recibí con 15 años y me lo brindó la abuela de Nely por aquellas manos adolescentes que quizá, ya nunca más fueron tan valoradas.

El 2º me lo dijeron ayer.

Para mantener en pie la estadística o númerus clausus más reconfortante éste provino ¡cómo no! de un hombre y por la calle.

Habíamos quedado Flor y yo para asistir a una mini-fiesta con unos amigos, y como siempre, me corregía la forma de ir emperchado con ésa  manera sutil de las mujeres que nunca les gusta lo que te acabas de poner.

¡Pareces un mendicante!.

¿Yo?, ¿con éstos yins que solo tienen 15 años, éstos zapatos de hace siete temporadas y con ésta camisa que aunque del año la tuna no tiene ni un zurcido?.

Anda, desvístete y ponte aparente que así no voy contigo ni a comprar el pan a Mercadona. ¡Como si no tuvieras un montón de cosas nuevas que ponerte!.

Pues eso, están nuevas porque no me las pongo.

Venga, en cinco minutos te quiero arreglado.

Joder, cinco minutos para despelotarte por completo, buscar el pantalón negro de Dolchegabana  que se va a pasar de temporada sin estrenar, los zapatos rojos de Lotuse que esperan ansiosos salir a la calle para comprobar si es cierta la dureza del pavimento, la camisa verde esmeralda del Tomifilgiger de las narices que se resiste a dejarse quitar las agujas que como dientes de cocodrilo se han afianzado en su entorno como una mordedura, el jersey de Maritéfransuagirbau granate por encima de los hombros con las mangas en un pequeño nudo en el cuello, el bolsito o mariconera del Adolfodominguez, donde según ella debo llevar las dos pipas, la purera, los atizadores de la pipa, los mecheros, la lata de tabaco del Dunjill para la pipa, el cepillo de dientes retráctil con pasta integrada en el mango que no me falta nunca, los dos espolvorizadores de perfume  regalo del Loeve grande que tampoco he estrenado, y que llevo siempre por si la fragancia te abandona en algún momento de la noche.

Es decir, todo lo que ella suele portar en su bolso sino me decido por estrenar la dichosa mariconera.

Cuando me miré en el espejo del Jol de la entrada se lo dije “Me llevas como un Sanluis”.

Era lo que siempre me decía mi madre cuando me emperifollaba los domingos con la ropa de mudar.

 

Me puse el bolso al hombro en bandolera y de ésa guisa nos echamos a la rúe.

El joven como de unos 25 años venía por la entrada del Edificio, llevaba unos pantalones a media pierna, una camiseta con más años que él, con unas deportivas de ésas de aire comprimido que simulan vas a salir volando en cuanto las levantes del suelo, unos auriculares enormes de MP3 que se oían hasta por fuera y unas gafas de sol de las que puso de moda el Maikjager allá por los 60 y sujetando en la mano una larga correa enrollable a cuyo final había un pequeño perrito blanco de ésos que aquí llamamos 1000 leches y que inmediatamente se vino hacia mí por ésa jodida costumbre que tienen todos los perros de venir a que los acaricie en cuanto me sitúan en su periscopio.

Joder, no sé que tengo para los perros. Flor dice que es que me huelen que soy buena gente, yo creo que son ganas de cascarla, pero ¡que le vamos a hacer!.

El perro que se me echa al suelo, bueno no, encima de los zapatos y yo que correspondo a su saludo dándole un buen masaje en su barriga peluda.

El joven se quitó los estruendosos auriculares, nos saludó con amabilidad y entonces vino el piropo:

¡Ole!,  Sr. Elegante y auténtico.

Advierto que aquí autentico es que no se puede ir mejor, vamos.

Flor le dio las gracias y nos marchamos.

¿Qué si yo dije algo?.

Nadita, me quedé calladito como un zorro y mira que para dejarme seco a mí hay que tener tablas ¿eh?.

Nos empezamos a reír en la distancia, donde el joven no pudiera oírnos ya.

Elucubramos sobre todos los aspectos posibles del requiebro.

¡Porfi, es que vas muy elegante!.

Flor, …¡que debe ser mariquita!.

Bueno y qué ¿Si lo es qué? Y es que vas tan elegante…..

Empezó a tararear Es caprichoso el azar del Serrat, me cogió de la mano y me dio un beso que me supo a 17.

Le hice prometer que no contaría nada en la fiesta para evitar cachondeos aunque al final y metido en copas ¡lo conté yo!.

Estas cosas como los goles del fútbol, si no las cuentas…

…como si no hubiesen sucedido.

2 comentarios

Ma José -

¡Hola Porfí! o D. Porfi, Ahora si que tienes edad de que te llamen Don,pero en el tiempo de los escritos que leí tuyos ayer me parece que era un poco prematuro.Anoche te escrbí 2 comentarios (iguales por cierto) que no sé por donde demonios purulan.Te coomentaba que no llego a entender qué me pasa, o siento cuando leo esos escritos tuyos.(la sensación es agradabilísima)Automáticamente,hago una regresión en la que me encuentro tan bien,y en la que saboreo tantos momentos vividos que no querria regresar.
No te conocí cuando eras un niño, pero no me cuesta nada imaginarte,parece que te veo hassta con pantaloncillos cortos corriendo por la antigua plaza del casino y sus alrededores.(no me preguntes por qué te situo allí,no lo sé)Creo, que todo me hace volver a vivir mis aventuras y desventuras de mis años de cria y juventud,hasta como si hubiesemos ido en el mismo grupo de aventururas.Para mí fueron los mejores momentos de mi vida,(ha habido otros tambien buenos después pero que no tienen nada que ver con aquellas primeras raices que fuemos echando sin apenas darnos cuenta.Bueno seguiremos con la vista puesta al frente y con la capa en mano para seguir toreando lo que la vida nos depare.
Besicos con este sabor a pueblo.

Pily E. -

!Ay,espera que me seque las lágrimas!tío que risa,pués quedaté con el piropo,que los mariquitas,tienen muy buen gusto.Si es que ibas hecho un maniquí.