¡Caracoles!.
El tió Hilario el Cascarillas creo que era hermano del padre de los "Polis" (Hipólito y Jose Mari) que eran tan amigos de todos y ya ambos desaparecidos y que jugaban al fútbol con nosotros.
Me parece que era Longares de apellido y vivía solo en una especie de casa-cueva en ésa calle que está a la derecha, una vez que dejas atrás la entrada del Arco del Ojuelo, y cuando vas bajando hacia el Tremedal. ¿Recuerdas?.
Allí a la entrada de la calle vivia Don Juan el practicante y su familia y después había pequeñas casas, trujales de vino, corrales, bodegas abandonadas, pequeñas cuevas donde se tiraban las pocas basuras que generaban las economías de supervivencia.
Yo recuerdo una de ellas con millones (y no exagero) de cáscaras de caracol donde los niños íbamos a recoger los más fuertes y gordos para "guiñar", es decir cogías el caracol en la mano derecha, tu rival hacía lo mismo y enfrentabas las puntitas de ambos en un reto de fortaleza y habilidad ¡porque dependía mucho de tu ágil giro de muñeca!.
Cuantas horas no hemos echado los niños de entonces "guiñando" caracoles.
Cuantos ratos de risas no se han consumido entre victorias y derrotas a la luz cegadora de los meses de verano.
Cuantos nombres les pusimos en un bautizo de ternura a aquellos restos de gasterópodos silentes.
El campeón mío se llamaba Dictreisi. Era lo que oias, o más bien cómo lo oias, o cómo te sonaba, en fin lo que percibías de aquel mundo enorme, confuso en lenguas y en fronteras, sigiloso y hostíl que empezaba a abrirse frente a tí, en tus mismas narices, ante tus ojos expectantes y receptores.
Allí absortos en lo nuestro obviando todavía los retos y las limitaciones del paisaje.
Allí junto a las huertas que se abrían hacia el Matadero y sus misterios.
Allí metiendo los pies en el agua cantarina de la pequeña acequia.
8 comentarios
Carmina -
Avelina -
Ma josé -
Acabo de leer tú comentario y ¡qué tiempos tan sanos aquellos.A mí me ha tocado recorger cartón tambíen para sacar alguna perrilla extra,aunque no recuerdo para qué, pero para un buen fin.Dices que a los chicos de ahora esto ni se les ocurriría ¡y que razón tienes¡Los chicos de hoy día ,lo que les haría felicísimos es que les diesen unos minutos en tv. y ser famosos en unos segundos sin el mínimo esfuerzo.Me estaba riendo con mi hija,pues acaba de leerme un comentario de una revista y no tiene desperdicio.
Un joven ha sido acusado de repartir folletos en los que anunciaba que vendá hachís.
El folleto decia:"Costo del gueno.Vendo costo de guena calídas ha chabale rollao y no venir lo menore.
Esperar al lao de la bentana de detras mí casa y en lo banco de asentarse.
no llamar la atension o no su vendo na.
podei sílvar a llamarme y sargo po la bentana me llamo Marcos vale 20 uros una barrita ta bien planos."
Lo he transcrito tal cual esta en la nota publicada. Cada uno que saque la conclusión que quiera.A mí dentro de la pena que me dá,siento que ésta es la realidad que tenemos hoy y no he podido dejar escapar unas risas cuando me lo han leído.
Besicos con sabor a pueblo.Hoy soleado pero amenazando lluvia.
Porfi -
Así se llama.
Era la parte de abajo del barranco de las escuelas por donde bajábamos arrastrando el trasero, por las escalericas que había al fondo del pequeño callejón aledaño o entrando por la calle que decía.
¡Exacto!.
Y una alegría leerte, siempre.
Ma josé -
Creo que la calle o zona de la qué hablais se llama"Juspeña" ¿puede ser ? ¿os suena?
Porfi -
¿Alguien se podría encargar de buscarlos ¡no allí, seguro! y tenerlos lavaditos y preparados para ése dia?.
¿Os imaginais a Avelina y Cruz tratando de pinchar el caracolillo de la mano de su amiga?.
Yo no. Yo creo que ambas se dejarían ganar en una pugna simpática por ser derrotada.
cruz -
Avelina -
olvidadas, pero además de las tabas, y las piedras, yo también jugué
a guiñar caracoles, y otra cosa que hacíamos, durante el verano, era recoger
chatarra y toda clase de manzanas por el campo, acequias etc, venderlas y
así tener unas pesetillas extra para las fiestas. Hoy en día actividades
impensables para niños. La de veces que nos habremos cortado, pinchado
o cualquier cosa en el campo, y sin decir nada, para que no se enteraran
nuestros padres.