Amistad: ¡Un valor en alza!.

Sí, sin duda.

Lo dice siempre una amiga que está tomando baños de sol mediterráneo.

“Quien tiene un amigo tiene un tesoro”.

Entonces ella y yo somos los más ricos de la tierra.

Y aunque quizá lo más sencillo sería no contestar, ya sabéis que jamás dejo de hacerlo, tanto cuando los vientos pintan mal muchísimo menos cuando el reflejo cariñoso del susurro de una  caricia te hace sentir continuamente acompañado.

Es algo que quizá solo llega con la edad, con los años de compañía y de respeto mutuo, con el compartir diario de lo bueno y de lo malo, algo que casi siempre aparece en los matrimonios inteligentes y de vez en cuando en las amistades inquebrantables.

Yo gozo de ésos frutos desde hace muchos años, soy consciente de tenerlos y quizá por ello mi arrogancia me hace no darle la importancia que tienen en éste mundo de tristezas y traiciones, pero por eso mismo hoy al levantar la vista al tesoro fastuoso de una amistad solo quiero preguntarme o incluso preguntaros a todos:

¿Sabeis lo maravilloso que resulta tener siempre ahí, al ladito, al alcance permanente de mis abrazos, el estrujar de las manos poderosas de un hermano?.