Nanas de la cebolla.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Rieté niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios relampaguéa.
Es tu risa la espada
mas victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos y de mi amor.
Desperté de ser niño;
nunca despiertes.
Triste llevo la boca,
rieté siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho;
el, triste de cebolla
tu, satisfecho.
No te derrumbes,
no sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Miguel Hernández.
Para ese niño, que nos ha dejado.
1 comentario
Porfi -
Tú y tu actitud ante la vida de los demás solo merecen...
¡Aplausos!.