Los comienzos.
Ya lo he dicho como tres o cinco veces.
Las cosas se sabe como empiezan, pero nunca como terminan.
Por lo menos hasta que no han terminado.
Flor trabajaba en el BB, entonces tan cortito (después vendrían las uniones, absorciones, opas o cócteles que crearían los gigantes del comercio y la hipoteca), y todos los días se tomaba el café de las 10,00 con su compañera, valedora y amiga Pepi.
¿Así que tu marido jugaba al fútbol?....
Bueno, ¡eso cuenta!, porque yo ni entiendo, ni me gusta, ni lo he visto jugar, pero en Lanzarote lo hacía.
Pues mi cuñado José María el director de Correos en el Puerto tiene un equipo que juegan muy a menudo y si quieres le digo que cuente con él.
¡Tócate los cataplines!. Mis primeros representantes negociando a mis espaldas y sin contar conmigo para nada, de mi incorporación a un equipo de empresa donde seguro que de plata ¡ni olerla! y bofetadas a la vuelta de la primera alineación.
¡Pero Flor, corazón!... ¿no hemos quedado que a mi el fútbol no me da más que disgustos?....
Sí, pero es que me lo dijo de una manera.. mira, ¡Vas juegas un día y después echas la excusa del trabajo!.... es que es tan buena conmigo.
Joder, ¿Te vas a negar?, ahorita te vas a negar cuando yo no le negaría ni ir a hacer de porteador negrales en la selva inexplorada de la desembocadura del Amazonas?.
Vale, voy hoy y si me llaman otro día… me excuso, ¿eh?.
¡Gracias, corazón!.
El campo del Peñón, llamado así por el enorme peñasco que preside una de los fondos de gol, y donde hay una ermita muy venerada por los portuenses está como a 300 metros, si acaso, de la Plaza del Charco donde teníamos alquilado el pequeño apartamento.
Como a las cuatro de la tarde, después de la siesta, cogí mi bolsita de ante marrón donde guardaba con mimo, con celo y como un tesoro mis engrasadas botas Óverat de cuero negro y reluciente y caminando a lo largo de la calle la Ranilla, me fui para el campo.
Se halla situado frente al mar, de donde lo separa un pequeño muro encalado que no obstante no impide que llene su ambiente de sonidos, olores y sabores marinos que desde siempre me tenían enamorado.
El sol brillaba en lo alto, pero con ésa sutileza del Valle que matiza y delimita con gusto exquisito la ligera brumita que lo envuelve todo y que por eso aquí le llamamos la Panza de Burro.
Empujé suavemente la puerta metálica que da acceso al campo y allí no había ni Dios. Bueno, allí no había ni un cristiano ¡quería decir!.
Del otro habréis oído hablar de su ubicuidad.
Como que me alegré, porque malditas las ganas que tenía yo de jugar al fútbol en aquella tarde tan preciosa e idónea para pasear con mi niña por las tiendas de los indios y tomarme a la sombra ya familiar de las enormes palmeras datileras de la Plaza, un refresquito.
Pero oí ruidos aledaños de voces y consignas. Ésos ruidos que te marcan la línea entre lo que debes o no hacer y donde casi siempre tomas la decisión equivocada.
Bajé la pequeña pendiente y me asomé al primer vestuario, a la izquierda, donde ponía escrito con una fuente Arial Black del 42 la palabra VISITANTE.
Allí me parecía encontraría mi ubicación porque yo de LOCAL, ¡como que no me veía!.
La mirada se me fue entre la penumbra del interior hacia los uniformes y gorras de plato que colgaban en las pequeñas perchas de madera en la pared de la derecha.
¡Hola!, ¿son Ustedes los de Correos?.....
La carcajada fue general y estruendosa o a mí me lo pareció en aquel momento de zozobra.
Un tipo grandote y malcarado se acercó hasta mis narices y me puso entre los ojos una gorra con unos galones con la bandera española diciéndome: ¡Sí, mira, yo soy el cartero!.
Seguían las risas y las chanzas cuando me dirigí al vestuario siguiente donde seguro no me volvería a equivocar.
Metí la cabeza hacia adentro donde el tufo del olor a linimento me pegó tal bofetada en el cerebro que apenas pude preguntar con ésa vocecilla que se te queda cuando esperas una nueva carcajada.
¿Son Vds. los de Co….?.
Venga, que llegas tarde, que no estamos más que 9.
José María, a quien no tenía todavía la suerte de conocer se adelantó hacia mí con aquel traje gris milrayas de alpaca de una calidad tan extraordinaria que le duró tantos años y con aquella corbata que no conseguí nunca que tirase a la basura, y que me recordaba al enorme lazo- flocada roja del pelo de Mafalda.
¡Es el marido de una compañera de mi cuñada del banco!.
Entonces escuché por primera vez aquella voz, que emergió de las sombras como un rugido de león y que sin volverse hacia mí se colocaba una bota con un pie encima del banco de cemento.
Y ¡tú de qué juegas!.
Pues… donde quiera Vd. me da igual.
Joder, ¡ya tenemos aquí al fabuloso Comodín que buscábamos!.
Las risas de los demás me impidieron seguir argumentando.
Bueno, si Vd. quiere yo podría jugar en…..
¡Hala, si de delantero centro ¿no?. Mira te pones relajadito detrás de mí y a ver como te las apañas, porque hoy estoy jodido, cabreao y medio cojo.
El Presidente salió en mi ayuda y me lo presentó con un ¡Éste es el Boro, el gran capitán!.
Le fui a dar la mano pero o no reparó en el gesto o prefirió no volverse para no perder la concentración.
Tendría como 45 años, pero se le veía fuerte y nervioso como una vara de avellano, aunque entonces también reparé en la enorme venda que le cubría toda la pierna, desde la media hasta perderse por debajo del pantalón.
Vale.
Yo todavía andaba en calzoncillos cuando se dispusieron en fila para salir al campo, y fue cuando le pregunté: Oiga, ¿qué número me pongo?.
Mira el niño, quiere camiseta con número, no querrás también que te ponga el nombre ¿no?, anda cógete la menos sucia que haya en la cesta y te vistes rapidito que nosotros nos vamos pal tajo.
Oiga ¡ éstas son blancas, como las de los otros de al lado!. ¿Cómo nos vamos a distinguir?..
Son blancas pero bastantes más limpias que las de ésos guarros, así que ya sabes ¡por el olor!.
Vale, vale.
Y además que llevan el pantalón amarillo.
Pues mire, éstos también parecen amarillos.
Ya, pero lo son por los miles de lavaos y la lejía que llevan.
Nosotros somos el Madrí.
Hombre pues en eso coincidimos bastante.
Cuando se marcharon para afuera fueron recibidos con una estruendosa ovación por los 7 o 9 espectadores que había en las pequeñas gradas.
¿Qué quienes eran?...
Pues tres mujeres de algunos de ellos y cuatro o seis chiquillos que correteaban por las gradas como si aquello fuera la final del campeonato del mundo.
Empezó el partido sin que mi presencia fuese tomada en consideración.
Cuando, ya emperifollado me acerqué a la banda le lancé al árbitro, que iba vestido de paisano, es decir con el mono del taller o de ferretería, un Shhhhhhhs de petición de entrada. Éste miró al Boro y al obtener confirmación con un gesto de la mano de que era de los suyos lanzó un solo de pito que paralizó el juego y cabreó a los Policías que en ése momento tenían la posesión de la pelota.
Me colocó detrás de él en la defensa y me advirtió: ¡Para allá ¿eh?!, nosotros vamos para aquella portería, para la de los vestuarios.
Los primeros compases no me vino ni una pelota. Yo descansadito en la parte de atrás no intervenía para nada en aquel peloteo que me recordaba los partidos de niños en la era de los Fondones, con los amigos de Calatoradico.
Terminó el primer tiempo y en el descanso me vino a saludar el árbitro, al fondo, al lado de la cantina cerrada donde me refugié del calor en un pequeño saliente del tejado. Un Señor como de 60 años que apenas se movía en el campo y que me dijo: Hola soy Manolo Morales, trabajo de jardinero en el Botánico, pero me llaman Benur.
¿Benur?....
Sí, por el Charlonjeston, dicen que nos parecemos un montón.
Entonces apareció el Boro por la puerta y lo corrigió con ironía: Lo llamamos Benur porque anda siempre con una carretilla de plantas ¡ a la que solo le faltan los caballos!.
Bueno, es igual…..
Comenzó la segunda parte y los 11 que tenían ellos, y el calor justiciero empezó a declinar a su favor el empuje y las ocasiones.
El delantero centro de ellos era un enorme, fornido, moreno, patilludo sierra morena hasta donde acaba la cara, bigotón y malcarado personaje.
Le lanzaron una pelota en profundidad y el Boro se fue por los suelos por la lesión vendada, por la edad o por los esfuerzos y se lanzó directo hacia Miguel “el Gato”, nuestro portero al que llamaban así no por sus manos precisas sino por los ojos verdes que te miraban siempre con recelo aunque cargados de amabilidad.
Fui más rápido. Bueno o más listo, o quizá incluso más lineal pero el caso es que me puse delante de él en la zona de giro del balón y cuando quiso llevárselo de mis inmediaciones lo piqué un poquito hacia arriba, en la parábola de la confusión, por encima justito de su cabeza y pasó como un toro enfurecido que no encuentra la capa.
¡Un sencillo globito!. Nada especial para reseñar, pero a él le observé cuando solté la pelota hacia el Boro, que ya se había levantado, y que no le había gustado nadita.
Siguió el peloteo con la cadencia de los arriba-abajo y allí no marcaba nadie aunque nos tiraron como cuatro o cinco cornerts que o bien el Gato o la cabeza de alguno de los nuestros empujaba para su terreno.
Faltaban como cinco minutos para terminar cuando, en otro esfuerzo fallido por cortarle la trayectoria del Boro, la pelota le llegó nuevamente a aquel miura de hechuras y textura que se quedó solo frente a mí. Yo en el borde del área sin echar ni un milímetro para atrás, que era la enseñanza extrema del Sr. Iguacel ….¡Para atrás ni para tomar carrerilla!.
Lo mantuve ésas milésimas de tiempo de silencio que llevan al otro a la zozobra, de no saber qué hacer ni que narices pintas allí, cuando se despistó ése segundito de mirar hacia otro lado para inducirte a que tú hagas lo mismo.
¡Y fue su perdición!, vaya que si fue su perdición.
Pisé el balon cercano con los tacos de mi pierna izquierda, en una jugada habitual del Adolfo y girando la pierna contraria hacia fuera como regalando flores a tu niña me lo llevé sin que le diese tiempo a otra cosa que a cagarse en la madre que lo había parido.
Y entonces se montó el cirio.
Me dijo con ésa insolencia que solo poseen los que están acostumbrados a mandar, a dar órdenes y a correr detrás de los trabajadores en huelga:
¿De donde habrá salido el mierda godo éste?...
Godo es un insulto al español de la península.
Es una forma de diferenciar al nacido en las islas del nacido más arriba del Peñón.
Es una forma de nacionalismo barato y de alpargata como suelen ser todos los nacionalismos.
Es una forma de insultar.
Yo ni me di por enterado, como si el mensaje no hubiese sido para mí.
Pero aquí apareció el Boro con toda su fiereza, con toda su gallardía con los indicios claros de una futura amistad.
Lo cogió del cuello e intentó levantarlo del suelo aunque claro, el peso y la altura del otro le impedían que nos lo enseñase como un trofeo de caza.
Ni se defendió. Abría y cerraba los brazos en un aspa de molino que no obtuvo ningún apoyo. También es verdad que aquella tenaza de herrero le impedía apenas respirar y ni el más mínimo gesto de su boca, ni siquiera de ahogo o de protesta.
¡Mira lo que te digo!, me dá igual que seas cabo, que es lo que eres, que si fueras general, tú no insultas a un amigo mío ¡porque no me da la gana a mí! ¿entendido… pedazo comemierda?.....
Los separamos como pudimos y la cosa siguió por buenos derroteros, por las sonrisas, por el que no vuelva a repetirse, por el ¡joder, perdona! Que se me ha ído el nervio a cascarla, perdona….
La siguiente jugada fue de ésas que parecen inventadas para el guión de una película mala de cine argentino.
Fue una falta al borde del área de los otros, y cuya ejecución se aprestaba a realizar el Boro.
Me le acerqué por detrás y le insinué: Oye porqué no me dejas tirarla a mí!.
Hombre yo te dejaría, porque he visto lo que he visto…. pero ¿sabes? Es que yo soy el que tira todas, el que saca los cornerts, el que tira los penaltis…..
Tú me dejas tirar ésta, sin que cree ninguna jurisprudencia al respecto.
Hombre ¡si me lo pides así!.
Coloqué la pelota en el suelo ganando unos centímetros a la perpendicular de la barrera que cinco grandullones de aquellos conformaban delante del portero.
Sí, es una añagaza ¡lo sé!. Sé que no hay que hacerlo pero si puedes te cuelgas una ventajita de unos deditos….. y no pasa nada.
La pelota, como un esmarticón de ésos amarillos de la Mª José, ni siquiera me miraba.
Tenía un ojo cerrado y el otro medio quicado, los oídos tapados con el dedo gordo de sus cortas manitas de alambre, la boca medio entreabierta mandándome uno de ésos besos voladores de corazón rojo, los cuatro pelitos de la cocorota adivinando el tremendo zurdazo que se iba a tragar, ¡y que casi consiguieron enternecerme!... aunque apenas me hicieron sonreír….
Ni siquiera tomé carrerilla. En el Romeral para sacar los cornerts tampoco te podías ir hacia atrás porque pegabas enseguida con el culo en la baranda armada de tubos de fontanería, o alguna mano pellizcona de los amigos.
Se me acercó el ya mi colega y me advirtió: Tíraselo por la derecha… que va peor.
Y le susurré al oído: Mírate ésa pelota, ¿la ves, no?.... te lo digo porque en un segundo la vas a ver entrar por allí, por la escuadra izquierda, como un petardo de verbena.
El golpe fue seco y contundente. Dejó en silencio a todas las olas del mar pegadito a la tapia de nuestra banda, los pájaros se acurrucaron en sus nidos creyendo que había llegado la noche ¡o un nuevo eclipse!, los coches se pararon por un momento como si se les hubiese acabado la ¡entonces! tan barata gasolina.
Solo había alguien vivo y consciente del momento que vivía
Sí, el smarticón de Mª José. En pocos metros cambió del amarillo platanero al rojo cereza como si se hubiese cogido una tremenda borrachera, cambió su circular anatomía por una elipse voladora y misteriosa, como un tocinillo relleno del bar del Sr. Nicolás al ser pinchado por el palillo y que ¡ya con los ojos abiertos y sonrientes! entraba por la escuadra como una mandarina de terciopelo.
El portero se tiró a por la pelota cuando ésta, ya andaba dando saltos de alegría con pasos de baile de folías y jotas mezcladas en una suerte de farra gigantesca, pero ya en el interior inmaculado y seguro de la portería.
La polvareda que levantó y envolvió a aquel pesado cabo 1º gigantesco al chocar contra el suelo le libró de las miradas asesinas de sus compañeros que le querían pedir responsabilidades.
Jamás habían perdido contra Correos.
O lo contrario ¡jamás Correos les había ganado!.
Nadie cantó ¡GOOOOOOOOOOOOOOOL!. Ni siquiera un gooooool, que viniendo de mujeres y niños de nuestra tropa hubiese resultado más creíble.
Benur no dejó ni sacar de centro. Pegó dos pitidos, uno fuerte y poderoso, el otro suave y que más parecía una caricia del retorno de las barcas de pescadores.
Todos los jugadores de mi accidental equipo echaron a correr y se fundieron con sus mujeres y sus niños en una suerte de abrazo de justicia histórica.
Solamente el Boro se me acercó al centro del campo, donde yo, más solo que la una disfrutaba del espectáculo de los arrullos de los otros, y me tendió la mano.
Se la cogí con fuerza. Con ésa contundencia que me ha hecho a veces cavilar si haré daño a los que la dan flojo o descuidadamente, como a un amigo de años y no de hora y media, como a una persona que iba, a partir de aquel día, a compartir deporte, amistad y respeto, a caminar juntos en una variable simpática de las expectativas que generaban mis ansias de afecto, de vida abierta, nueva y desconocida por delante, de sueños compartidos….. y mis recién cumplidos 24 años.
¡Me llamo Salvador!, aunque desde ahora me puedes llamar Borito, amigo.
Yo me llamo Porfirio, aunque no me puedes llamar Porfirito.
Nada ¿eh?, por simples cuestiones de mariconerías……..
PD.-Continuará…. Mañana……si me lo permíten.
Perdón hoy quiero dedicarlo.
Es larga también la dedicatoria, pero hoy si quiero dedicarla.
La segunda parte prometo no hacerlo, pero ésta ¡joder! como que me apetece.
A Pili, Avelina, Cruz, Carmina, Carmen, Mª José, Cristina, Reyes, Mariola, Martita, Nely, Anas (dos), Mª Jesús, Raquel, Camila, Mabel, Cristo, Candy, Tati, D. José (in memorian cariñoso siempre), Fernando, Jesús S., Casimiro, Luís (colega de mi niña), Adolfo, Rubén, Javier, Juan Luís, Jose Manuel, Fran, Manolo (tan añorado), Carlos, Zetonio, Suso, Timo y …..Daniel.
Bueno y hoy, ¡venga, que lo regalo!, hasta al Que le gusta ser anónimo, a ver si le gusta también el escrito y sobretodo a intentar que entre en ésa lista maravillosa de amigos reconocibles y valientes……
¡A quienes tanto quiero!.
15 comentarios
Porfi -
¿Que si me acuerdo de tí?... perfectamente.
Qué alegría saber que estás ahí y que sigues bien y seguro que tan guapa.
Me hubiese alegrado que me hubieses llamado al pasar por aquí.
Nosotros llevamos la intemerata y no nos movemos ni a la fuerza.
Es una lástima saber de tí y de tu presencia en la página tan tarde. Yo ya he decidido no seguir, solamento entro de cuando en cuando para agradecer los comentarios cariñosos de todos vosotros que poco a poco también se irán apagando. Como se apagaron mis ilusiones de participar.
Me hace mucha ilusión recuperarte en la memoria de nuestra juventud tan feliz.
Un beso Pili y un abrazo a tu marido.
Pilar -
He escrito a Fernando y como he visto que si que se contestar, me he decidido. Otro día publicaré un comentario, aunque el Blog no es el que era. Un saludo para ti y tu mujer.
Pilar
Cristina -
Porfi -
Bueno es que hemos vuelto tarde de cenar con un grupo de amigos y me he encontrado con vuestros detalles cariñosos.
Estoy despidiéndome, así que el contacto lo mantendremos por otra vía que será hasta más directo.
A ver si consigo cómo hacer un blog en el que quepan solo las personas que valoran los sentimientos y la memoria por encima de otros intereses.
Es ilusionante comprobar que sois mayoría absoluta los que me dedicais los arrullos y afectos fraternales que los que se dedican a insultar y desprestigiar.
Aunque ya sabeis ¿no? hata en el fútbol... hace mucho más ruido un solo vándalo que 1.000 personas correctas.
Un beso a las dos con el corazón.
Yo beso así mejor que con los labios.
Ma José -
¡¡Ya ves que horitas llevo....!!
He empezado a leer tu escrito hace ya un buen rato, pero he tenido que cortar por atender otros qu haceres.No he podido irme a plegar la oreja y dejar esto sin leer, así que aqui estoy saludandote porque no quería dejarlo para mañana, ya que no sé cuando dispondré del ordenador.
Bueno, me quedo sin palabras para calificar no el gol, sino todas las descripcciones las similitudes los olores ¡¡es estar allí en vivo por unos momento!! aunque haya bastante distancia por medio.
Besicos
Mª Jesús -
Porfi -
Aunque el equilibrio radica siempre en el punto medio del abanico.
Donde puedes contemplar desde una perspectiva privilegiada, a un lado las bofetadas, que quizá no te mereces, al otro los cariños y los besos....
... que a lo mejor ¡tampoco!.
Reyes -
Es un buen equipo, aunque ahora parece que se han dormido en los laureles pero ya despertarán.
Un beso y seguiremos leyendo tus grandes jugadas, que me han dicho que eras un crak.
Porfi -
Ya sabes que casi siempre el tiempo y la narración posterior engordan las situaciones y en éste caso, la importancia de los goles.
Lo que sí puedes creer es que está pergeñado con el corazón de la memoria para que pueda levantar en personas como tú el más mínimo interés y si cabe sea grato a los ojos de lo pasado y a los oidos del silencio del tiempo que se escapa.
Está hecho para que ése momento que uno cambia leer a Saramago o García Marquez por un aficionado tan bajo de nivel, sirva cuanto menos para que sonriendo os encontreis con la imagen de una persona que como todos ha vivido y saboreado los momentos que le fueron positivos.
Y los cuenta.
Aunque para tu satisfacción te diré que pasado el tiempo y abarcando su influencia en la memoria hasta los malos ratos son siempre una bocanada de aire fresco, un suspiro de niño dormido, un cubito de hielo en la boca sedienta... o ésa sonrisa cariñosa que te veo dibujar mirando a la pantalla.
.....Y que a mí me hace tan feliz........
Porfi -
No lo sé, a ver que lo pienso... Sí, te perdonaré siempre aunque sea estar en la isla de al lado y no decir nada.
Ah, para el que no lo sepa ¡por joven!, que el extremo derecho de ésa delantera es Jesús, un buen amigo y una muy buena persona, y Crucita su mujer más de lo mismo y Alfredo su hermano ¡para qué vamos a andar con zalamerías! un amigo al que nunca olvidaré y de quien ya escribí en su momento.
Otro día te lo pongo, corazón.
Recibí el beso cargado de perfúme de hermana guapa y sincera.
¿Podría haber sido de otra manera?....
¡¡¡¡ NO ¡¡¡¡¡
Reyes -
Muchos besos Porfi.
Carmina -
y lo guapetones qué estaís en la foto (será pasión familiar).
La semana pasada estuvimos en LANZAROTE ,fuimos 4 matrimonios,uno de ellos Jesús(uteno )y mi amiga Crucita (purroya)lo pasamos "pipa",cómo decimos aquí ....Uno la hechaba y el otro,la remataba.
Si te llego a TENERIFE una voladica de aire fué un beso volado qué te mande desde allí.
Porfi -
¡Sin tí, la vida no sería igual!.
A Jesús, mi abrazo de reconocimiento a su gallardía y mi alegría cada vez que veo su nombre adornando mis propuestas.
Y hoy incluso, una reflexión a su refrán tan oportuno.
AUNQUE TAMBIEN A VECES UN ARBOL QUE SE APARECE EN EL CAMINO...
TE DESCUBRE ... ¡DONDE ESTÁ EL BOSQUE!.
Jesús Serrano -
QUE LOS ARBOLES NO TE IMPIDAN VER EL BOSQUE.
Recibe un abrazo.
Pily E. -
Me han gustado hasta las dedicatorias.
Largo, dices ???, pués a mi se me ha hecho corto.
Un beso, guapo.