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La amistad

Un tema difícil de tratar es el de la amistad. Uno se pregunta: ¿Qué es?¡Caramba; pues eso es! Ni nada más, ni nada menos. Para qué nos metemos en problemas. Una persona expresó, hace algún tiempo, la atrevida y simple hipótesis de que “la amistad sólo se da de protector a protegido y de protegido a protector” ¡Qué feo suena! ¿verdad? Supone ello una cierta misantropía. Pero… veamos: Desde luego que un elemento esencial en la amistad es la simpatía, que, como en el amor, se puede dar a primera vista. Otro elemento, también esencial, es la lealtad, que implica verdad y buena fe. Sólo que, estas implicaciones, si son raras.Pues bien, de la atrevida hipótesis, cabe señalar que la situación entre protector y protegido puede ser cambiante, pues muchas veces el protector pasa a ser protegido. La cuestión es que ambas circunstancias estén dispuestas al cambio. En una real amistad así debe ser, pero por orgullo en unos casos y por ingratitud en otros, no suele suceder. La palabra amistad nos evoca un concepto ligero. Lo usamos con mucha facilidad. Creemos que con un trato ligero o de simple presentación, podemos conocer a alguien. Como ya dijimos, la simpatía puede darse desde luego, pero, ¿podrán darse de los otros efectos que son menester: verdad y buena fe? Cuando entre nosotros nace el sentimiento de la amistad, uno supone de inmediato la reciprocidad y el reconocimiento de ciertos valores que, para cada parte, resultan superiores o por lo menos próximos a nuestra propia convicción. Además siento que la amistad no se puede medir. Se es amigo o no. No va de menos a más o a la inversa. La amistad, diríamos, es un concepto filosófico que nos llevaría a una serie de disquisiciones. Pero el objeto de estas líneas no es ése. Es, simplemente, despertar al lector algún interés sobre el tema, pues pensamos y creemos que es correcto, que cada uno de nosotros es poseedor de su verdad. “Justo es lo justo”. Nos dirían y así lo pensamos. Pero, ¿estaré en buena tesitura para aseverar y comparar este problema filosófico con el de la amistad? Sabemos, queridos lectores, que lo estrictamente justo no funciona: Un émbolo estrictamente ajustado a un cilindro, no tendría movimiento; pero si lo tiene, encontramos la explicación: ¡Ya no está justo! Tiene cierto desliz. Pues bien, la amistad tiene ciertos deslices naturales que uno debe entender. La vida es así. Imaginemos la perfección, y caeremos en cuenta de que ésta no es posible en el actuar de los humanos. Muchas actitudes nuestras no son justificables. “Justo sólo es el justo”, pero si explicable hasta el punto en que no rebasen los límites de lo normal. Y nos viene una pregunta: ¿Qué es lo normal? ¡Cuestión de enfoques…!

Tenemos que reparar en el afecto mutuo entre personas, también necesario en la amistad, pues de no existir este afecto, sólo habría una relación: empresarial, comercial, política, laboral, de equipo u otras. Entonces , ¿porqué a todo mundo, y con tanta facilidad le llamamos amigo? Es una tendencia humana que quizá sea buena.Ya es una ganancia no decir, tan fácil, que alguien es nuestro enemigo.

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