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barbacana

PRINCESA NEGRA



El francés
bajó a Julie al suelo y, parapetándose tras ella, se abrió camino hacia la
puerta. Mis hombres , que ya empuñaban sables , mazas y pistolas, me miraban
esperando una señal para abalanzarse sobre el cobarde.  Aquella daga rozando el cuello de Julie me lo
impedía. Mezclando temor , odio y deseo los oscuros ojos de Julie se cruzaron
con los míos. Y los de Ferdinand de Siracusa, que me miraba desafiante, acercando
aún más la daga a Julie, lo que hizo que su fina piel se quebrase y un hilo de
sangre corriese hacia sus senos.



Al ver la
sangre sonreí. Al tiempo, mis hombres callaron.El viento hizo que la puerta de
la taberna se abriese con estruendo y el frío de la noche inundó la
estancia.John el tuerto apuró el vino que quedaba en su vaso. Francesco se
dirigió a cerrar la puerta y por unos instantes, sólo se oyó el golpear de su
pata de palo en el suelo.



Fátima supo
que aquella noche limpiaría del suelo algo más que vino de marsala.



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