Amanece
Al sol le tocó en suerte el destino de trabajar todo el día y ni él ni sus caballos tienen descanso alguno desde que la Aurora de dedos de rosa sube al cielo saliendo del Océano; porque por en medio de las olas un bellísimo lecho, forjado en preciado oro por las manos de Hefesto, cóncavo, provisto de alas, velozmente le lleva, dormido, sobre la superficie del agua desde el país de las Hespérides a la región de los Etíopes, donde están esperándole su rápido carro y sus caballos hasta que llega a la Aurora, hija de la mañana, allí monta en su carro el hijo de Hiperión.
En esta mañana lluviosa, mis mejores deseos para todos.
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