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barbacana

EN LA CAPITAL

El autobús aparcó en la dársena ( curioso nombre) correspondiente.Abrió sus puertas casi al mismo tiempo que yo abría los ojos. Sin prisas,Babel abandonó el autobús y se dispersó rápida pero suavemente, antes de ser devorada por unas enormes fauces de cristal y cemento.La estación ya no huele a gasoil , ya no tiene las paredes negras del humo de los tubos de escape.Ahora la estación de autobuses es un inmenso vacío , lleno de incógnitas,de maletas rodantes,de móviles pegados a la oreja.No encuentro a primera vista, signo alguno que me anuncie que estoy en Zaragoza. La  capital de Aragón.

 

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