Alfredo, querido amigo y compañero
Todavía resuenan los aplausos que han inundado el templo de la parroquia de San Bartolomé de Calatorao cuando el féretro de Alfredo Longares Aguaron lo abandonaba. Antes de la última bendición, dos jotas interpretadas por la Rondalla Aires del Jalón y con voces de cantadores amigos de Alfredo tanto de Calatorao como de la comarca, han servido de despedida para un hombre que ha sido todo en la jota.
La enorme dimensión humana de Alfredo Longares ha quedado de manifiesto en estas veinticuatro horas posteriores a su muerte. El velatorio se convirtió en un ir y venir de gentes que se acercaban a compartir el enorme dolor de su mujer y de sus hijas. Del mundo de la jota han llegado condolencias de toda la geografía, algunos se han acercado en persona y antiguos alumnos suyos se han acercado con ramos de flores que llevaban escritas jotas de despedida. Amigos, familiares (parientes, como a él le gustaba decir) y muchísimos conocidos de las diferentes facetas que Alfredo ha desarrollado a lo largo de su vida le han acompañado en el momento de su muerte.
La noticia de su muerte no ha pasado desapercibida en Aragón, el Periódico de Aragón publicó un artículo recordando al cantador, el programa “Estudio de Guardia” de la Cadena Ser abrió con la noticia de su muerte, realizando una entrevista a Antonio Perez presidente de Barbacana y colocando senadas jotas al inicio y final de la noticia. Las jotas de Alfredo sonaron también en el programa “La Ventana de Aragón” de esta misma emisora. La Televisión Autonómica va a reponer un programa sobre la Jota en Calatorao en la que también intervino.
Nuestro querido amigo y compañero Alfredo, como le gustaba decir, ha tenido una personalidad que no dejaba indiferente a nadie. Desde muy joven puso de manifiesto su inclinación con los asuntos de índole social. Desde su presencia en el Ayuntamiento de Calatorao como teniente de alcalde por el PSOE se convirtió en un torbellino que más que cambiar el panorama cultural de Calatorao, lo creó. En perfecta conjunción con Eduardo Aguirre impulso de tal manera la actividad cultural que los presupuestos municipales llegaron a destinar en algún ejercicio hasta cinco millones de pesetas. Su pasión por la música fue tal que Calatorao contó en muy poco tiempo con una Escuela Municipal de Jota que dio lugar al grupo Los de Calatorao, compuesto exclusivamente con músicos, cantadores y bailadores de la localidad y una Escuela de Música para que los jóvenes de Calatorao aprendieran solfeo e instrumento sin salir de Calatorao. Sus contactos en el mundo de la jota sirvieron para que Mariano Gracia Escario, propietario de la Sala Rono de Zaragoza donara los instrumentos para una banda de música. De ese proyecto nació la Banda Municipal de Música que hace muy poco celebró su XX aniversario.
La labor transformadora de Alfredo llegó también a las fiestas patronales, las sacó a la calle, promocionó la participación de asociaciones y vecinos y siempre será recordado como el concejal que llevó los encierros a Calatoradico.
La jota se convirtió en su pasión y su vida. Aquel agricultor baturro de voz recia y potente, mudó en un fino estilista que resucitó para la jota el estilo “La fiera” que con tanta maestría interpretara José Oto. Su estilo inconfundible y su potencia de voz revitalizaron una jota que había perdido la bravura de los antiguos cantadores de jota. Alfredo emocionaba tanto en su pueblo como fuera. En Calatorao son memorables sus conciertos en el Casino, en las fiestas y en las Rondas. Sus jotas encendían de emoción a todos aquellos que tenían la oportunidad de escucharlo. Muchos amantes de la jota lloraban con solo empezar a cantar las primeras estrofas. Su capacidad y ambición le llevaron a probar fortuna en el mundo de la canción lírica. Como en la jota, deslumbró. Realizó giras por ciudades europeas e incluso participo en los Festivales Internacionales del Caribe en La Habana.
Nuestro amigo Alfredo ponía el corazón en todo aquello que hacía. La paciencia no formaba parte de su agenda, su capacidad creativa era infinita, llegando a crear jotas conforme las iba cantando. Esa capacidad de improvisación que en ocasiones se convertía para él en una virtud, a veces le jugó malas pasadas. Fue un hombre luchador y trabajador al que sus actividades empresariales no le salieron demasiado bien. El final de su vida ha sido demasiado prematuro. Volviendo la vista atrás se puede comprobar que ha cubierto un camino lleno de rosas y espinas. Como todo hombre que ha hecho muchas cosas, hay espacio para todo, pero en Calatorao y en el mundo de la Jota podremos decir que su paso por nuestras vidas no ha sido en vano.
Su corazón que tanto le dio y nos dio, se paró un cinco de agosto de dos mil doce. A su corazón se refería su prima Alicia en una estrofa que le ha dedicado con motivo de su muerte, que define perfectamente su vida y que tomo prestada como despedida
Qué gran corazón el tuyo
Sin sitio para el rencor
Viviste sembrando jotas
Y honrando siempre Aragón
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