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barbacana

Desde aquel día....

Desde aquel día....

¡Como la vida misma!.

Lamentablemente, la mayoría de las relaciones que terminan en agua de borrrajas se han apoyado en unas premisas similares, que no se valoraron a tiempo.

Quizá porque desde niños no aprendimos aquello del dar y salir sonriendo sin esperar, del poner la mano pero para aminorar el batacazo del que cae, del echar el freno del carro pero no para seguir peleando con las manos más desocupadas, sino para evitar la confrontación ofreciéndolas limpias por delante de tí,,  y más adelante del fregar los platos en silencio mientras duerme tu niña, pero no sólo por el beso que seguro te vas a llevar después ¡mariconazo!,  ni siquiera para que tenga las manos más bonitas del mundo y pueda seguir acariciándote todos los días de vida que os queden, sino porque al verla allí estirada en el sofá, que tantas veces usas tú ¡pedazo mamón! revuelvas en tu memoria selectiva y pienses en los miles de veces que ella allí, en la misma situación y posición que tú ocupas, lo ha hecho sin decir una palabra, sin pedir nada a cambio, sin que te enteres que aún pensando cosas más bonitas que las que a tí te llegan ahora ¡a buenas horas!, ella no te dirá nunca nada, es más procurará no despertarte para que cuando lo hagas la encuentres allí mirándote, sonriéndote, preguntándote ¿como estás mi vida?,  lanzándote al centro de  la nube, donde todos volvemos de ésos viajes, una complicidad que te hace retomar el ritmo de la vida con alegría, con optimismo, con el agradecimiento suficiente para alternar los papeles continuamente, porque sabes que el que ella interpreta diariamente, ¡hasta hoy!, es más solidario, más sacrificado, más duro, bastante más doloroso.

Te das cuenta un día …¡y ya eres feliz toda la vida!.

  

PD.- ¡A quien tanto voy a extrañar!.

4 comentarios

Porfi -

Sí lo sé, preciosa.
Y tú también debes saber que siempre ocuparás un lugar muy especial en mi corazón.

Carmen -

Tras tu escrito tan precioso y lleno de fondo sólo saludaros a todos y un besazo.
Para tí Porfi, ya sabes uno especial.
Siempre que puedo os sigo.

Porfi -

¡Como los chorros del oro!.
¿O donde creías que residía la sonrisa de Giocondina perenne de Flor?.
¡A ver!.

Pily E. -

! Ay, amigo !
Muy bonito.
Con esto, nos quieres dejar claro, que no eres como el " manito " del verso ¿ eh ? lagartón, que se te ve el plumero, ja, ja, ja.