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barbacana

El sábado cuando me levanté pude sentir que no era el día adecuado para la caza del cocodrilo, la niebla lo envolvía todo y el lugar al que me dirigía era la guarida perfecta para él. Cuando llegué al puente de hierro y enfile hacia las piscinas por la orilla del río vi que había más gente de lo acostumbrado, incluso con uniformes aunque no eran de marina que era lo que yo necesitaba para mi barco, así pues me quité el garfio lo guarde en la bolsa que me dieron el primer día de las jornadas y subí mi tapabocas hasta la nariz para no ser reconocido, aunque con los que me encontraban tampoco se fijaban mucho en mí, cuando llegué al olmo seco supe que el cocodrilo no aparecería por allí, así que decidí ir al colegio por si se había perdido por allí. Al entrar había muchos niños y los niños son listos, un vio el garfio asomar por la bolsa y quiso preguntar, no me detuve y me marché quizá Peter Pan estaría por allí. Cuando salía por la puerta una dama con una enorme amabilidad (creo que dijo llamarse Pilar Guerrero) me preguntó si podía ayudarme yo no contesté y salí a la espantada, esperando tener otra oportunidad al día siguiente en la clausura por que volvían autoridades y al cocodrilo le gustan las autoridades.

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