Manifiesto con motivo de la violencia machista
Desgraciadamente seguimos recordando en este día, a las personas que nos han dejado, no por ley de vida, sino por su condición de mujer, con motivo de ello una amiga de San Mateo de Gallego, (escritora) dice en su Manifiesto:
CANTO DE LIBERTAD
¡Que los vientos no se lleven mis palabras de nostalgia!
¡Que mi canto de esta mañana, sea un grito de esperanza!
Nadie que tenga sentido debe robarle la sabia, esa que corre por el cuerpo del que lucha por guardarla. Una vida vale un mundo, una vida es sagrada, nadie que tenga conciencia intentará quebrantarla.
La mujer nació pequeña, ella sola se levanta, nadie sesgue ese tronco, nada perturbe la calma, y quién ose arrancar un grito, quién intente mancillarla, deberá saber a que se enfrenta, a que se juega su carta .El valor de la mujer, el arrojo de la dama, la energía de la hembra, el amor que de ella emana, todo cabe en un cuerpo, todo encierra ese alma,madre,esposa,amiga,compañera, hija y hermana.
Hoy defendemos la libertad, esa que cuesta ganarla, a esa vida que es nuestra, que nadie intente robarla, nadie es dueño de nadie hay derechos que lo avalan.
Nos costo llegar aquí, nuestra lucha fue sonada, la hembra sacó sus fuerzas, pero ganó la batalla. Hay igualdad de género, estamos en consonancia, la vida de la mujer es una meta lograda. Por eso yo me revelo, y no quiero callar nada, soy mujer y me duele que maltraten a quien como yo, solo pretende ser respetada, solo desea vivir, y amar y ser amada.
El que intente desojar la flor y cortarla, tendría que haber nacido en un jardín y sin plantas, en un bosque sin árboles, en un mundo sin miradas, en un mar sin oleaje y en un desierto sin agua.
Más le valiera haber huido, antes de descargar su metralla, y que su brazo se cayese en vez de hincar la navaja, y su lengua se enmudeciera, antes de decir palabras. Y sus piernas se quedasen quietas, antes de perseguir a su caza y su sangre se le helara antes de disparar el arma. Y su corazón muriese de pena al abandonar su casa, y que sus hijos del alma, le diesen también la espalda. Que sintiese la tristeza de marchar, la amargura más amarga, el dolor de la herida por la sangre derramada.
No es digno de este mundo el que una existencia sesgara, con la vida de otro ser, con la muerte a sus espaldas, más le valiera no haber nacido, más le valiera haber quedado en lontananza, más le valiera que su madre jamás de él se avergonzara.
Un emotivo recuerdo quiero con estas palabras a todas esas mujeres que se quedaron en la calzada y no vieron crecer a sus hijos y no terminaron su jornada. El pueblo está con ellas y quiere recordarlas, con un prolongado silencio, con un aplauso desde el alma. Y aquí desde esta plaza un grito hoy y siempre por la libertad, la vida, por los derechos y por la esperanza.
Mª José Pellejero.
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